en México 
Diversos estudios epidemiológicos han explorado la prevalencia de trastornos y episodios depresivos en México, indicando proporciones que varían entre 1 a 2 por cada 10 personas. Sin embargo estos pueden ser considerados limitados debido a inconsistencias semánticas e instrumentales para la medición de síntomas depresivos \citep{Cerecero-García2020}. Pese a que existe una amplia variedad de tratamientos psicológicos y farmacológicos, en países de bajos y medios ingresos (categoría en la que podemos ubicar a México) aproximadamente 4 de cada 5 personas no tienen acceso a la atención que necesitan.
Las causas de la depresión incluyen una compleja interacción entre factores sociales, psicológicos y biológicos, siendo los dos primeros conjuntos de patrones a los que más atención se les ha prestado, tomando como instrumento al sistema serotoninérgico. Paralelamente a este canon, existe literatura reciente que sugiere que otras características como los factores de riesgo ambientales y genéticos involucrados en la depresión parecen haber evolucionado a partir de una respuesta inmune debido a interacciones humanas con patógenos microbianos, por lo que vale la pena abordar los determinantes de esta condición desde la relación que guarda con la inflamación (como respuesta inmune) \citep{Raison2017}. Además, la relación podría ser bidireccional, pues los comportamientos resultantes de un episodio depresivo, así cómo el estrés inherente a la condición, tienen el potencial de actuar como vías mediadoras que conducen a una mayor inflamación, generando así un círculo vicioso del cual resultaría difícil salir sin la atención adecuada. Es por esto que suena tentadora la idea de que tratar ambas condiciones resultaría en una mejor recuperación y un menor riesgo de recurrencia \citep{Kiecolt-Glaser2015}.
El objetivo de este estudio es analizar e interpretar la asociación entre los síntomas depresivos y los síntomas inflamatorios haciendo uso de una muestra de adultos mexicanos mayores de 20 años. Para esto, se utilizan datos recolectados por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, ENSANUT 2018 en conjunto con herramientas econométricas.
Hasta donde sé, ningún otro artículo hace uso de esta base de datos bajo esta perspectiva. Los siguientes resultados aportan a una serie de estudios enfocados a epidemiología de la depresión en México, la relación entre sintomatología depresiva y características puntuales (psicológicas y sociales), y políticas públicas orientadas a diagnóstico o tratamiento.
Tras esta introducción se encuentran seis secciones donde se describen los datos y la metodología utilizada, un análisis de los resultados, una prueba de robustez, discusión sobre las posibles consecuencias de este estudio y conclusiones.

Datos y metodología

La Figura \ref{273652} bosqueja la posible asociación entre depresión e inflamación. Esta asociación, como se ha mencionado, podría ser bidireccional. Por una parte, la inflamación puede ser una respuesta del sistema inmune a diferentes agresiones endógenas o exógenas, tales como enfermedades crónicas, alergias y mala alimentación. Por la otra, los individuos que sufren depresión suelen tener comportamientos que pueden conducir a una mayor inflamación, tales como el maltrato, el abuso y el aislamiento social. Lo anterior implica que el modelo estadístico que se presenta en este estudio podría presentar serios problemas de endogeneidad.
Adicionalmente, es importante destacar que ni la inflación ni la depresión pueden considerarse como enfermedades por sí mismas. Más bien, se trata de patrones que responden a la identificación de conjuntos de síntomas cuya fisiopatología sigue siendo estudiada y cuyo diagnóstico suele ser difícil \cite{Erazo2020}. Esto implica un reto adicional en la especificación del modelo, pues ni la inflación ni la depresión son directamente observables.